Por Eduardo Dueri, CVX Kairos
Tuvimos la oportunidad de conocer con Carolina a 3 miembros de la CVX de Hong Kong en una visita que hicimos a esa ciudad a principios de mayo. Nos encontramos con Daphne Ho, Eadaoin y con el padre Sean, asesor de la CVX allí.
Muy generosamente nos invitaron a almorzar en un restaurante chino de la ciudad (como no?, comida típica!). Carolina a su mejor estilo comió de todo. A mi me pudo el pato asado y el pez...!
Me surgen varios sentimientos al recordar lo conversado con ellos:
1. Admiración por el desarrollo de la comunidad. Son 100 miembros en una sola ciudad, 70 de los cuales tiene ya compromisos permanentes, en una país/ciudad en donde profesan la religión católica solo el 0.5 por ciento de la población.
2. Respeto por la labor apostólica que están desarrollando. Dirigen dos colegios (Mary Mount) uno de primaria y otro de bachillerato, y un centro de formación similar a nuestro CIRE. Los colegios se los iban entregando en bandeja de plata las hermanas que lo fundaron y cuya comunidad debía salir de Hong Kong, Hubiera sido más fácil aceptar sin mayores miramientos, pero no lo hicieron así, y después de un proceso de discernimiento que duró más de 6 meses, decidieron aceptar esta llamada especifica del Reino. Los resultados son evidentes: tiene muchos niños y jóvenes a su cuidado y las directivas son de CVX. Entre otras cosas, esas directivas no reciben remuneración alguna por su trabajo de dirección. Solo se les remunera como profesores cuando tienen una cátedra a cargo.
3. Gratitud porque lejos de casa, a 24 horas de vuelo, el Espíritu es el mismo. Nos mueve una sola pasión que es unir nuestra fe y vida, en la espiritualidad iganciana, en concordancia con los principios generales.
Por lo demás, y en lo personal, veo reflejado en el padre Sean la figura de mis muy queridos sacerdotes Jesús Andrés y Elkin Arango que también hace casi 30 años sembraron la semilla de CVX Colombia. Por lo menos a Sean lo consienten tanto como nosotros a Jesús y Elkin cuando tenemos el gusto de celebrar anualmente sus cumpleaños o de verlos en alguna que otra misa CVX.
Ojalá tengamos todos la oportunidad de salir de nuestra frontera y conocer de primera mano como se mueve el Espíritu en toda el mundo, en la creación entera. Puede que ellos hablen mandarín, chino, tailandés, malayo o lo que sea. Al final del día nos mueve el mismo Creador y Señor.